vanidades y placeres, desgracias y anhelos…
Me mezclé con la escoria, bajé a los infiernos.
Sufrí el dolor y la desdicha, la angustia y la derrota,
la soledad y el desamor.
Conocí la bondad, la belleza, la mansedumbre, la amistad… el amor.
Me convertí en mujer para recibir la luz, en hombre para arroparla.
Ahora os conozco bien, sé de vuestras ilusiones y fracasos.
Vuestra desmoralización la he hecho mía y os la devuelvo convertida en esperanza.
Ahora estoy en cada uno de vosotros, no me busquéis,
no soy alguien ajeno a ti.
No pierdas de vista los ojos de tu prójimo.
Mírate al espejo, fíjate en tus ojos, tu mirada.
Soy yo.
El resto de tu cuerpo cambiará a lo largo de los años,
pero en tus ojos conservas siempre quien eres en realidad:
Una Hija, un Hijo, del Amor.
Ángel Hache