Confieso haber vivido singulares experiencias:
el perfume de una rosa,
el calor de una mano…
y tantas y tantas vivencias.
Confieso,
haber olvidado cuanto he aprendido;
haberme perdido en laberintos de piedra;
ser el ocaso de un alma perdida.
haber gozado del alba de un nuevo día;
sufrido el adiós de un alma amiga;
buscado con desesperación quien mi espíritu ansía.
Confieso,
la amnesia de mi primera partida;
mi temor a marchar por sendas esquivas.
¿Cuál galaxia me vio nacer?
¿Por dónde mi crepúsculo camina?
Confieso,
haber errado y los cielos circundado;
haber odiado, en mi infierno quemado;
haberme perdonado y sin lágrimas haber llorado.
Confieso que mis preguntas ya no son nada.
Sin principio ni final,
ahora sé que simplemente soy…
y nada más.
Ángel Hache