Como un pájaro que abre sus alas por primera vez,
aleteo comprobando que todo está bien…
Me acerco al precipicio sin miedo.
La brisa acariciando mi rostro.
Mi mirada escrutadora otea el espectáculo sin igual
de un paisaje que nunca más se repetirá.
Es ahora o nunca…
Me inclino hacia delante,
dejándome caer.
Ya no hay vuelta atrás…
¡Vuelo!
El viento me eleva alto, muy alto.
Como un pájaro,
no necesito cavilar,
sólo dejarme mecer un poco más allá.
Mi destino, ¿qué importa ya?
En el aire estoy como un ave más.
Planeo, sabiendo sin saber que hoy no es un día más.
Ángel Hache