Un gato corría veloz perseguido por un perro. Al poco, el gato ya agotado se paró esperando la llegada de su triste destino.
El perro estaba a punto de saltar sobre su presa cuando ésta le preguntó:
—¿Por qué quieres matarme?
—Así me lo enseñaron mis padres, si no ¿de qué voy a alimentarme? Unos nos comemos a otros —contestó un poco sorprendido el
perro.
—Tienes razón ―replicó el gato―. Yo también atrapo ratones y los mato para subsistir, pero no lo hago por placer sino por necesidad pues mis cachorros y yo lo necesitamos.
Un ratoncillo que estaba escondido tras una piedra se asomó y les dijo:
—Perdonad que entre en vuestra conversación, sin querer la escuché pues me escondí para que no me atrapara el gato, pensando que me había visto. ¿No habéis pensado alguna vez que vuestros padres, sus padres y los padres de sus padres quizás se equivocaron y que ya es tiempo de rectificar tan cruenta conducta? ¿No sería posible renunciar a que el miedo esté siempre presente en nosotros? ¿Por qué no encontráis una solución a vuestra alimentación sin necesidad de generar sufrimiento? Yo conozco bien el reino vegetal, podría ayudaros a encontrar plantas que os proporcionarían la energía necesaria para vivir. Miradme. ¿Tengo cara de pasar hambre? Ya veis que no.
Al unísono le contestaron el perro y el gato:
—Ya, todo lo que nos cuentas está bien, pero… ¿qué pensarán de nosotros los demás animales? Se reirán y además, tampoco tenemos una dentadura preparada para ello.
—No os preocupéis ―continuó el ratón―. Al principio puede que ocurra así, que se rían de vosotros. Pero cuando vean que podéis vivir en paz, algunos se unirán a vosotros y después, poco a poco, la mayoría también lo hará. Sólo algunos rezagados permanecerán como el “baluarte” de las viejas y “auténticas” costumbres. De ellos no os preocupéis, puesto que cada vez se encontrarán más solos y entonces muy tímidamente y sin que los demás lo sepan se unirán; para ello emigrarán allá donde no les conocen y llegarán como los “auténticos” defensores de las nuevas y genuinas costumbres. Dejadlos, pues las nuevas vibraciones harán el resto hasta que se confundan por completo en la nueva era animal.Y respecto a la dentadura, en nuestros genes tenemos escrito que la evolución es permanente, así que pronto los cuerpos se adaptarán al cambio de alimentación.
Los tres se miraron y un mismo pensamiento tuvieron. Se dieron las manos y se alejaron juntos a la búsqueda de las plantas que el ratón tan bien conoce.
Dedicado a los animales que nos acompañan en la senda de la vida, a quienes tanto les debemos. En especial a los que pasaron y dejaron su huella en la mía.
Ángel Hache
El perro estaba a punto de saltar sobre su presa cuando ésta le preguntó:
—¿Por qué quieres matarme?
—Así me lo enseñaron mis padres, si no ¿de qué voy a alimentarme? Unos nos comemos a otros —contestó un poco sorprendido el
perro.
—Tienes razón ―replicó el gato―. Yo también atrapo ratones y los mato para subsistir, pero no lo hago por placer sino por necesidad pues mis cachorros y yo lo necesitamos.
Un ratoncillo que estaba escondido tras una piedra se asomó y les dijo:
—Perdonad que entre en vuestra conversación, sin querer la escuché pues me escondí para que no me atrapara el gato, pensando que me había visto. ¿No habéis pensado alguna vez que vuestros padres, sus padres y los padres de sus padres quizás se equivocaron y que ya es tiempo de rectificar tan cruenta conducta? ¿No sería posible renunciar a que el miedo esté siempre presente en nosotros? ¿Por qué no encontráis una solución a vuestra alimentación sin necesidad de generar sufrimiento? Yo conozco bien el reino vegetal, podría ayudaros a encontrar plantas que os proporcionarían la energía necesaria para vivir. Miradme. ¿Tengo cara de pasar hambre? Ya veis que no.
Al unísono le contestaron el perro y el gato:
—Ya, todo lo que nos cuentas está bien, pero… ¿qué pensarán de nosotros los demás animales? Se reirán y además, tampoco tenemos una dentadura preparada para ello.
—No os preocupéis ―continuó el ratón―. Al principio puede que ocurra así, que se rían de vosotros. Pero cuando vean que podéis vivir en paz, algunos se unirán a vosotros y después, poco a poco, la mayoría también lo hará. Sólo algunos rezagados permanecerán como el “baluarte” de las viejas y “auténticas” costumbres. De ellos no os preocupéis, puesto que cada vez se encontrarán más solos y entonces muy tímidamente y sin que los demás lo sepan se unirán; para ello emigrarán allá donde no les conocen y llegarán como los “auténticos” defensores de las nuevas y genuinas costumbres. Dejadlos, pues las nuevas vibraciones harán el resto hasta que se confundan por completo en la nueva era animal.Y respecto a la dentadura, en nuestros genes tenemos escrito que la evolución es permanente, así que pronto los cuerpos se adaptarán al cambio de alimentación.
Los tres se miraron y un mismo pensamiento tuvieron. Se dieron las manos y se alejaron juntos a la búsqueda de las plantas que el ratón tan bien conoce.
Dedicado a los animales que nos acompañan en la senda de la vida, a quienes tanto les debemos. En especial a los que pasaron y dejaron su huella en la mía.