Tu pueblo, mi pueblo, sufre.
Aún vive perdido.
Arrancó su alma de la esclavitud física. Se adentró en el desierto con la esperanza de una nueva tierra.
Su alma hoy no es libre, está cautiva. Ya no está oprimida por otro pueblo, ahora es él mismo su propio carcelero.
Hoy mi pueblo camina ciego y perdido por el desierto. Hace siglos de la partida y el peregrinaje continúa.
No ha sido en vano lo andado. Hemos aprendido por el dolor, la perdida, la carestía, la necesidad, el gozo, el deleite la esperanza… Algunos hemos tendido nuestras manos a quienes nos lo han pedido, pero no ha sido suficiente, aun necesitamos más manos, necesitamos las tuyas.
¡Si, las tuyas!
¡Únelas! No mires a quién.
Tu pueblo ha crecido lo suficiente para que te des cuenta que ya no hay distinción de raza, credo, clase, entre nosotros.
Ahora todos somos un solo pueblo que camina en este planeta que llamamos Tierra.
Ya no soy judío, cristiano, musulmán, budista, hinduista, animista… No soy ninguno de ellos y soy todos a la vez. He aprendido que los –ismos, los –istas, no me han dado la respuesta que buscaba.
Busco, sí, aún busco la tierra prometida a mis antepasados. Quizá esté todavía lejana, o más cerca de lo que nunca soñé. Más sólo una cosa sé, que el camino quiero hacerlo contigo, sin prejuicios, normas ni condenas y ligero de equipaje. Si me buscas, me encuentras en cada recodo del camino, allá donde se sufre y se pregunta, donde un alma inquieta aún te espera… con una sonrisa.
Aún vive perdido.
Arrancó su alma de la esclavitud física. Se adentró en el desierto con la esperanza de una nueva tierra.
Su alma hoy no es libre, está cautiva. Ya no está oprimida por otro pueblo, ahora es él mismo su propio carcelero.
Hoy mi pueblo camina ciego y perdido por el desierto. Hace siglos de la partida y el peregrinaje continúa.
No ha sido en vano lo andado. Hemos aprendido por el dolor, la perdida, la carestía, la necesidad, el gozo, el deleite la esperanza… Algunos hemos tendido nuestras manos a quienes nos lo han pedido, pero no ha sido suficiente, aun necesitamos más manos, necesitamos las tuyas.
¡Si, las tuyas!
¡Únelas! No mires a quién.
Tu pueblo ha crecido lo suficiente para que te des cuenta que ya no hay distinción de raza, credo, clase, entre nosotros.
Ahora todos somos un solo pueblo que camina en este planeta que llamamos Tierra.
Ya no soy judío, cristiano, musulmán, budista, hinduista, animista… No soy ninguno de ellos y soy todos a la vez. He aprendido que los –ismos, los –istas, no me han dado la respuesta que buscaba.
Busco, sí, aún busco la tierra prometida a mis antepasados. Quizá esté todavía lejana, o más cerca de lo que nunca soñé. Más sólo una cosa sé, que el camino quiero hacerlo contigo, sin prejuicios, normas ni condenas y ligero de equipaje. Si me buscas, me encuentras en cada recodo del camino, allá donde se sufre y se pregunta, donde un alma inquieta aún te espera… con una sonrisa.
Un día mi pueblo se liberó. Hoy mi alma pide lo mismo.
El éxodo continúa... contigo.
Ángel Hache