Después de tres días de
oscuridad, salimos en silencio de nuestros refugios. El día es espléndido. El
nuevo SOL nos da la bienvenida con un cálido abrazo.
Aunque hace meses o años que
veníamos notando el cambio en nuestros cuerpos. Hoy es totalmente tangible.
Nuestros cuerpos no son los mismos, nuestras mentes son más claras, intuitivas,
capaces... Se han adaptado al cambio perfectamente. Aunque aún nos sentimos
algo extraños y perplejos por el cambio de rumbo de la recién estrenada Tierra.
Es todo tan hermoso, lumínico, armonioso. El sol ha salido por un
lugar diferente. Nos ha saludado, lo hemos sentido. Ha danzado, dando vueltas,
como trasladando su alegría al nacer para nosotros.
La vieja tierra y el viejo sol, se han ido
para siempre. Y ahora disponemos de Padre SOL y Madre Tierra recién estrenados…
El cambio era posible.
Creímos que nuestra mejor ayuda
para que esto ocurriera sería la confianza, la esperanza, la intención, la
fuerza... A pesar de que todos nos tildaban de locos.
Benditos locos que pueden
disfrutar de todo lo que nos rodea con energías renovadas y con la ilusión de
un niño por estrenar un juguete nuevo. Es mucho más grande que un juguete, es
algo inconmensurable, extraordinario, mágico...
Ángel Hache