Hoy, cansado de tanto andar, descanso.
Ahora, saturada la mente, me aquieto.
Sosiego.
La brisa mece la higuera al compás de una sintonía que no
alcanzo a escuchar.
Silencio.
Una golondrina se posa por primera vez junto al olivo.
Sin temor me observa y canturrea. Otra revolotea y se une a
ésta.
Ambas emprenden una conversación muy animada, quizás el
preludio de un cortejo primaveral.
Observo. Sus miradas con la mía se cruzan. Parecen sonreír.
Una ráfaga de viento enturbia el instante.
Vuelan… Se alejan y sé con seguridad que volverán.
Mi mente sosegada.
Alivio.
Ahora, doy gracias por este presente en la eternidad.
Mi alma vuela con ellas, una vez más.
Ángel Hache