Hay veces que en la vida nos encontramos con lo imposible e inesperado. Conocer de primera mano a quien estuvo junto a Jesús de Nazaret es algo impensable salvo en los evangelios, ya sean los divulgados en la Biblia o en los apócrifos. Pero el azar, más bien el destino, por no decir la causalidad, hizo que llegara a mis manos una entrevista realizada a quien vivió muy de cerca en aquellos convulsos tiempos en Israel. Lo importante es el mensaje y no el mensajero, que lo esencial es que encontremos Sus huellas en nuestro corazón, pues es ahí donde reside Su espíritu: el estado crístico al que todos estamos llamados.
Hoy, como en aquel tiempo, Su presencia es una realidad. A cada un@ nos toca la búsqueda personal del Amor que ES, más allá del tiempo y del espacio.
Leedla con el alma, pues es así como revolucionará vuestro ser.
Ángel Hache
ENTREVISTA SOBRE JESÚS DE NAZARET (Vivencias de Raquel)
¿Y TÚ, QUIÉN ERES...?
Soy Raquel y tengo 47 años, pero tu pregunta se refiere a quien fui veinte siglos atrás, ¿verdad? Yo compartí experiencia con Jhasua*, a quien el mundo conoce como Jesús de Nazaret. Yo era hija de un sacerdote del templo de Jerusalén y de una patricia romana, que murió al darme vida a mí. Desde aquél momento, mi padre, a quien quería mucho, me rechazó. Nunca renegó de mí como hija, pero no me dio su cariño. Tenía un hermano, mayor que yo, fruto de una anterior unión de mi padre.
Como mi padre no se responsabilizó de mí, los amigos de mi madre, romanos, contrataron a una nodriza, romana también, para que me educara. Yo había heredado de mi madre una fuerte herencia.
Como mi padre no se responsabilizó de mí, los amigos de mi madre, romanos, contrataron a una nodriza, romana también, para que me educara. Yo había heredado de mi madre una fuerte herencia.
¿Y DÓNDE VIVÍAS..., CUÁL ERA TU ENTORNO?
No sabría decirte cómo se llamaba el pueblo, pero se trataba de una aldea muy grande, dividida por un río bastante caudaloso. En la parte norte vivían los romanos afincados allí y judíos acaudalados simpatizantes con el imperio. Por ello nunca entendí que mi padre viviera en la zona norte, ya que era enemigo acérrimo de los romanos, y menos aún que se casara con una romana. Y en la parte sur, vivía el pueblo sencillo. En verano, se podía atravesar el río casi a pié, pero en invierno era muy difícil, y era necesario utilizar pequeñas embarcaciones. De todas formas, era difícil pasar de un lado a otro del río, ya que la zona norte estaba muy protegida por los soldados romanos.
¿Y DICES QUE CONVIVISTE CON JESÚS DE NAZARET? ¿PUES QUÉ AÑOS TENÍA ÉL Y TÚ...?
Había una diferencia de 11 años. Yo era una niña de 10 años cuando comencé a ir sola por la vida. En mi casa no me controlaban, y mi nodriza era ya mayor, y entre lo despistada que era, y que siempre se estaba durmiendo, yo aprovechaba para disfrazarme y salir a la aventura.
¿DICES QUE TE DISFRAZABAS?
Pues sí, no me quedaba otro remedio. Por las medidas de seguridad dichosas, me veía obligada a buscar vías de escape muy poco ortodoxas para poder salir de mi propia casa. Si mi padre se enteraba, habría sido capaz de encerrarme bajo llave. Así que aprendí a hacerme disfraces de todo tipo y a descolgarme de las ventanas. Cuando salía de aventura, siempre cruzaba el río y me iba a la otra orilla. La gente que había al otro lado no me gustaba, ya que eran más feos pero sobre todo olían mal, y las calles estaban muy sucias. No te olvides que yo vivía en una zona de influencia romana. Pero en una de mis escaramuzas, al llegar a la zona sur, un día conocí a un joven, como de unos veinte años, que me cautivó con su sonrisa, pero sobre todo por su complicidad, ya que desde el primer momento supo que era una chica a pesar de mis atuendos masculinos. Y me cautivó, y por ello siempre me iba allí.
¿CÓMO FUE TU PRIMER ENCUENTRO CON ÉL?
Uno de esos días en los que crucé el río furtivamente en una barcaza de comerciantes, ésta volcó por exceso de peso. No hubo grandes repercusiones, pero tuve que alcanzar la orilla a nado yo sola para no ser descubierta. A pesar de mi habilidad con la natación, era una niña de 10 años, y mi fuerza física no era mucha. Si no hubiese sido por él, que me vio, y salió a mi encuentro, habría sido la última aventura.
Me ayudó a alcanzar la orilla y me llevó hacia una campita preciosa, donde comenzaban a abrirse pequeñas flores. Era finales de marzo, creo.
Allí me tumbé para secarme, pero como no hacía todavía calor, él me aconsejó que hiciera ejercicio para no quedarme fría. Y allí empezó todo. Corrimos, saltamos, jugamos y...me enamoré como una tonta. Era una niña, sí...pero el corazón no atiende a edades. Fue mi primer amor entonces, y lo ha seguido siendo siempre.
¿CÓMO ERA FÍSICAMENTE?
Era muy alto, y eso que yo lo era también. No sabría decirte...pero aproximadamente podría tener una altura de 1 metro ochenta centímetros, que en entre el pueblo judío era una altura poco normal, pero entre los romanos, no era tan extraño. Era moreno claro de piel, con ojos color miel y muy transparentes. Tenía una melenita corta, de pelo un poco rizado, castaño claro, con una nariz considerable aunque muy fina, y labios carnosos. Su constitución era muy atlética, parecida a la de los soldados romanos cuando les veía entrenar en los patios de los palacetes.
Pero a mí el físico es lo que menos me atrajo de él. Fue su sonrisa, su mirada, su voz, su ternura... Dime... ¿qué tipo de persona podría cautivar de esa manera a una niña de 10 años?
ALGUIEN MUY ESPECIAL, SUPONGO, PERO EN ALGÚN MOMENTO, CUANDO OS CONOCISTEIS, ¿TE DIJO QUIÉN ERA?
Solo me comentó que vivía allí, en la zona sur, con su familia, pero que se estaba preparando para viajar fuera. Quería aprender cosas nuevas, y además él me decía, que en otros mundos, lejos de allí, tenía muy buenos amigos con los que tenía que estudiar. Estuvimos viéndonos, casi diariamente, durante dos años. Yo le caí en gracia, y siempre venía a mi encuentro. La verdad es que él también me cogió mucho cariño. Durante todo ese tiempo me enseñó muchas cosas. Un día me llevó hasta su casa, pero había mucho alboroto, no me acuerdo por qué, y no entramos. Solo conocí a una hermana de Jhasua, Raquel, de mi misma edad, pero mucho más adelante.
¿A QUÉ SE DEDICABA, EN QUÉ TRABAJABA?
No sabría decirte a qué gremio pertenecía, no solo él, sino toda su familia, por parte del padre. Formaban como un núcleo, y vivían todos juntos en una parcela parecida a los antiguos corrales andaluces, con varias viviendas alrededor y también en el piso superior al que se accedía por unas escaleras de piedra. Había una cabeza de familia o de clan, que era un hermano de su padre, y se dedicaban todo los hombres al negocio de la construcción. Lo mismo te construían un barco, que una casa, que te hacían planos, carruajes y otras muchas facetas que no recuerdo muy bien. Lo curioso es que Jhasua trabajaba, pero no tenía ningún horario. Había días en que no le veía el pelo, pues estaba haciendo algún trabajo, y otros, que no pegaba golpe.
¿QUÍENES ERAN SUS AMIGOS?
En aquélla época no conocí a ninguno. Es posible que ni los tuviera, ya que casi siempre me hablaba de sus primos. Eso sí, siempre me decía que tenía muy buenos amigos fuera, con los que quería estudiar, y por ello había planteado en el clan familiar la posibilidad de poder viajar al extranjero para buscar nuevos contratos de trabajo y así poder hacer también lo que él quería.
¿NO TE HABLÓ NUNCA DE QUIENES ERAN ESOS AMIGOS?
No. Tienes que tener en cuenta que yo era mucho más joven que él. Pero con el tiempo, cuando los dos nos hicimos mayores, me contó más cosas, incluso sus experiencias en viajes a países lejanos y muy extraños.
¿A QUÉ AÑOS COMENZÓ A VIAJAR?
En realidad, desde muy niño. Su padre y su tío se lo llevaban con frecuencia con ellos cuando salían al exterior. Pero en solitario, empezó a hacerlo con 22 años. Siempre me acordaré de aquélla tarde de Julio, cuando me dijo que marchaba y que tardaría en volver. Estuvo fuera seis años, que para mí fueron de infierno. Mi único amigo, al que quería con toda mi alma, no estaba. Me sumergí en mí misma y a penas salía de mi casa. Fueron seis años muy duros para mí, donde maduré muchísimo, y donde la adolescencia no existió, ya que de niña pasé a ser una joven de 17 años.
¿CONSIDERAS QUE SU FAMILIA, O CLAN, COMO LO LLAMAS TÚ, ERA DE CLASE ALTA O BAJA?
Para vivir en la zona sur, eran bastante pudientes. Trabajo no les faltaba, y siempre estaban de aquí para allí, e incluso para viajar se necesita dinero. Yo nunca vi vestido a Jhasua con ricas vestiduras, sino de forma muy sencilla, aunque tejidos siempre buenos. Claro, que también hay que tener en cuenta la forma de ser de él. Estoy segura de que aunque hubiera nadado en oro, seguiría siendo sobrio y sencillo en la forma de ser y de vestir. Clase...pues sus primos eran corrientitos. Solo él destacaba por su elegancia y saber estar. Con el tiempo conocí a su tío, y él también me pareció un hombre muy íntegro y con mucho magnetismo.
¿DE QUÉ HABLÁBAIS CUANDO OS VEÍAIS Y QUÉ HACÍAIS?
Ya te he comentado antes que durante dos años estuvimos casi a diario viéndonos, salvo si tenía algún trabajo que terminar con urgencia. Tampoco podía hablar conmigo de cosas interesantes, ya que yo era una niña, y él un joven muy cultivado. Cuando yo me hice una mujer, en toda la amplitud de la palabra, ya hablábamos de cosas más serias. Pero por aquél entonces, Jhasua me contaba historias sobre el Universo, las estrellas, que al momento las recordaba y disfrutaba de ellas, pero al día siguiente se me habían olvidado. Me enseño a conocer mi cuerpo, sus sensaciones, percepciones. Me inició en terapias de masajes, pues completaba bastante el conocimiento heredado de mi madre e inculcado por mi nodriza sobre ungüentos y pócimas curativas. A pesar de mi corta edad, era muy buena en ello. Jhasua también amplió mis conocimientos al respecto, enseñándome cómo curar a los animales. La verdad es que no era una forma muy ortodoxa la suya. Fue cuando me di cuenta que tenía dones especiales.
¿ALGUNA VEZ TE HIZO ALGUNA DEMOSTRACIÓN DE ESOS DONES CURATIVOS?
En muchas ocasiones. Yo, por ejemplo, como me movía mucho, por ello me bautizó con el nombre de Camaleón, me hacía muchas averías en las piernas. El me miraba, se llevaba los dedos índice y corazón a los labios y luego me los ponía sobre la herida, y dejaba de doler, y en minutos, la herida cerraba. Claro, que como te miraba de aquélla manera..., no sentías ni el dolor. Pero también en varias ocasiones, cuando paseábamos por el campo, nos encontrábamos con pequeños animalillos heridos. Y con ellos no hacía lo mismo. Cuando veía a un animal en dificultades, él se inclinaba hacia él, le acariciaba la zona afectada, y sacando un pequeño cacito de barro de su zurrón, lo llenaba de agua y lo dejaba al lado del animal. Y nos íbamos. Yo cuando le preguntaba que por qué dejábamos al pobrecito animal sin curarle, él me decía que de ello se encargarían los hermanos de la naturaleza. Y en una ocasión, para que lo comprobara, volvimos donde el animal, que seguía tumbado en el suelo, le dio a beber del agua, y al momento se levantó brincando y lleno de vida.
Cuando le pregunté qué había pasado, me dijo que los hermanos de la naturaleza manipulan y enriquecen el agua con sabios remedios, y se la dan a beber al animal. El solo les había pedido el favor.
ANTES ME HAS COMENTADO QUE TE BAUTIZÓ CON EL NOMBRE DE CAMALEÓN... ¿POR QUÉ LO HIZO?
Mira, entre otras muchas cosas, Jhasua era muy puñetero. Por mis circunstancias familiares, me veía obligada siempre a disfrazarme de cualquier cosa para salir de mi casa y andar entre la gente sin ser reconocida. También me hice especialista en trepar y deslizarme por las paredes. Por ello, un buen día, me empezó a llamar “mi camaleón”. A mí me sonaba a gloria ese nombre, sobre todo pronunciado por él, pero al preguntarle qué era un camaleón, tiró por el camino de enfrente, y me enseñó uno. Horrorizada pegué un grito. Lo tomé por un insulto. Era feísimo el animal. El se echó a reír a carcajadas, pero como vio que a mí no me hacía ninguna gracia, me explicó la simbología. Aquello fue también para mí una lección, la de no quedarme nunca con las apariencias y llegar siempre al fondo de las cosas y de las personas.
Confieso que aun hoy día, ese nombre me hace vibrar de pies a cabeza, aunque el animalito en cuestión, sigue sin gustarme.
HAS DICHO ANTES QUE JHASUA ERA UNA PERSONA CULTIVADA... ¿QUÉ SUPONÍA EN AQUÉL TIEMPO SER UN HOMBRE CULTIVADO? ¿QUÉ MATERÍAS SE ESTUDIABAN, EN QUÉ LUGARES, CON QUÉ MAESTROS?
Con la consciencia de ahora, podría contestarte. Pero voy a ser fiel a Camaleón y te lo diré con la consciencia de ella. Mi padre era un sacerdote del templo, pero nunca lo tuve muy claro. Había algo extraño en él. Los demás compañeros estaban en el templo, asistían a reuniones donde discutían sobre el contenido de los textos sagrados y otras muchas actividades. Pero él nunca participaba de ellas. Estaba siempre sumergido en libros secretos y misteriosos que guardaba siempre bajo llave, en planos con líneas y dibujos muy extraños, en pergaminos muy viejos, que si al desdoblar no se iba con cuidado, se hacían polvo. Muy pocos de sus compañeros sacerdotes, tenían acceso a esa documentación. Yo te lo puedo contar porque siempre tenía en la casa algún rincón donde mirar y expiar sin ser vista. Como te he dicho, nunca participaba de esas actividades, pero siempre contaban con él a la hora de tomar decisiones. Yo digo que era sacerdote, porque iba vestido como ellos, pero no por lo que hacía. Yo odiaba a los sacerdotes, porque quería mucho a mi padre, y estaba seguro de que su influencia le habían hecho como era. Con el tiempo me di cuenta que la muerte de mi madre, a la que amaba mucho, le cambió. Hoy es el día que todavía, cuando recuerdo aquél hombre, mi corazón siente un gran amor por él, a pesar de haber sido uno de los enemigos más acérrimos del amor de mi existencia.
Pero sigamos con lo de tu pregunta. Jhasua, las pocas veces que le veía en su propia salsa, siempre estaba como mi padre, entre libros raros y misteriosos, pero sin embargo, nunca le veía en compañía de ningún maestro de los reconocidos entonces. Cuando alguna vez comentábamos alguna historia del pueblo hebreo, él hacia caso omiso a lo que leía, y siempre me daba su versión. Nunca me dijo esto es mentira o no es así...sino que los que lo escribieron y dieron testimonio de ello, lo hicieron con los ojos de la cara, y no con los ojos de la frente y del Corazón. Claro, aquello lo empecé a comprender de mayor. Cuando me lo explicaba yo me preguntaba, ¿qué tenemos ojos en la frente y en el corazón? ¡Será verdad cuando tú lo dices! Y él se reía conmigo, y me decía que un día comprendería, y que haría con la gente lo mismo que él hacia conmigo.
En alguna ocasión le pregunté que dónde aprendía todas esas cosas, y el me contestaba que , desde luego, no en el mismo lugar que mi padre, sino en una escuela que está muy cerca y muy lejos, que está arriba, pero que está abajo, que está fuera, pero muy dentro... Y yo seguía sin comprender, y él mi miraba con mucha ternura. Hoy si que lo comprendo, y le sigo sintiendo tan cerca de mí como entonces.
POR CIERTO, Y CAMBIANDO DE TERCIO... ¿CÓMO ERA SU CARÁCTER?
Vaya preguntita..., pero intentaré responderte lo más fiel posible. Jhasua era un hombre maravilloso, un ser humano de pies a cabeza. Era sensible, perceptivo, amante de la vida, un poco poeta, aunque sus elevados pensamientos no rimaban demasiado. Para él, la amistad era sagrada. Muy responsable con el trabajo, ya que en todo lo que hacía con sus manos y voluntad, buscaba la perfección. Sin embargo, en cuanto a las personas, esa perfección perdía para él interés. Buscaba siempre en ellas lo más íntimo, lo que no se ve pero se escapa por la mirada, por el tono de voz: el corazón.
Era muy idealista, y aunque muy consciente de la realidad en la que estaba sumergido, intentaba y casi siempre lo conseguía, vivir conforme a sus ideales. Ello le acarreó siempre serios problemas, pero tenía una fuerte convicción, un corazón fuerte, pero sobre todo mucho amor, que le daba un toque de locura maravillosa que fue una de las cosas que más me enamoró de él.
También tenía su mal carácter. Como te he dicho antes, era muy sensible, y todo lo que había a su alrededor le afectaba mucho. A veces le provocaban tanta tensión y dolor, que buscaba siempre lugares apartados para desahogarse. Lloraba mucho, pero muy pocos le vieron hacerlo. Yo lo sabía, y años después, cuando intuía que él se escondía en su lugar favorito para aliviar tensiones, me hacía la encontradiza, y con masajes que el mismo me enseñó le aliviaba un poco. Pero en alguna ocasión, descargó conmigo, y su reacción era inmediata. Me abrazaba muy fuerte y me pedía perdón. No entiendo como el hombre le ha puesto en un altar tan alto, inalcanzable, cuando fue un ser tremendamente humano y entrañable, con sus debilidades y bloqueos. Se enfadaba, sí, pero reaccionaba enseguida, y sobre todo cuando veía la injusticia y el egoísmo en los que más tenían que entregar al mundo por su condición y consciencia. Por ejemplo, tenía muchas enganchadas con los suyos, con los que le seguían. Cuando te hablo de él, lo estoy haciendo en pasado. Me corrijo, fue así y lo sigue siendo. Desde niña, con apenas 6 años, entró de nuevo en mi vida, y muy pronto supe qué lazos me unían a él. Ha seguido siendo mi amigo, mi maestro y mi compañero de aventuras, aunque a nivel espiritual, pero también te digo, que hoy, Jhasua, dispone de un cuerpo y vive entre nosotros. En lo más profundo de mi corazón espero y anhelo encontrarme con él, pero es posible que no. De todas formas, sé, que en cuanto le mirase a los ojos y oyera su voz, aunque su cuerpo fuera totalmente distinto, le reconocería.