8- La hora del viento
Amanece en el desierto. La oscuridad va dejando paso a la luz
del alba.
El frío de la noche se aleja, dejando una estela de rocío sobre las
pocas plantas que se atreven a crecer en esta inmensidad
encantada.
Un pequeño escarabajo despierta haciendo un surco bajo la arena
comenzando su diaria tarea en búsqueda de alimento.
Poso mis manos sobre la fina arenisca, las lleno de ella
elevándolas al cielo; abriéndolas y dejando la arena caer cual reloj
sin tiempo que marcar, sus diminutas partículas se esparcen
llevadas por el viento, lejos, no importa dónde.
Los primeros rayos comienzan a perderse en el horizonte, pronto
el rey Sol se dejará ver en todo su esplendor.
Sumido en la contemplación del bello espectáculo de un nuevo
día, único, irrepetible, unas palabras resurgen en mi corazón:
«Yo envío delante de mí a mis hermanos, allanad el camino de
mi vuelta, os traigo lo que os prometí».
«Ven, conmigo ven, llegó la hora del viento».