¿Por qué me buscáis entre los muertos?
Es incuestionable que muchos me buscan y no me encuentran, pero es más cierto que hay quienes aun sin buscarme me han encontrado. Estoy vivo en sus corazones, pues estos, también como el mío, han sufrido su propia transformación, e incluso han experimentado su propia “muerte”, mas después de ésta ha seguido latiendo… Ninguna muerte puede
con quienes son capaces de amar. Este amor ha nacido en sus entrañas, expandiéndose poco a poco, no sin dificultades, ni sinsabores; sabiendo comprender que son dignos de ser llamados hijas e hijos de Dios. No un dios lejano e inalcanzable, sino de Aquel que muestra su rostro humano; de Aquel que tiende su mano cuando la necesitas; del que ha nacido del seno de la Tierra llevando a ésta al estado de dignidad que le corresponde. Sólo quien experimenta la vida es capaz de entregarse por completo a su creación con conocimiento. No soy el dios iracundo del Antiguo Testamento sino el que se ha lanzado al mar de la vida, el que vive en cada una, en cada uno, de los seres que habitan en cualquiera de los universos imaginados o por imaginar. Vivo en ti aunque no lo sepas aún. He despertado en este mundo en multitudes y lo seguiré haciendo al ritmo de vuestros corazones. Os mostraré una y otra vez que la muerte no es nada, nada más que la ignorancia de vuestra esencia. He hablado por boca de tantos y tantos hijas e hijos… de vuestro hermano Jesús de Nazaret, con él habéis podido descubrir el valor de vuestra dignidad… ¡Os he devuelto la libertad tras milenios de esclavitud! ¡No pertenecéis a nadie, no tenéis más dueño que vosotros mismos!
Levanta tu rostro, no para mirar al cielo esperando verme, sino para fijarte en el rostro de tu hermana, de tu hermano… de quien te necesita y desea en el fondo de su alma caminar contigo en esta senda hacia la felicidad que tanto ansiáis. Ahí estoy… ¡muy vivo!con quienes son capaces de amar. Este amor ha nacido en sus entrañas, expandiéndose poco a poco, no sin dificultades, ni sinsabores; sabiendo comprender que son dignos de ser llamados hijas e hijos de Dios. No un dios lejano e inalcanzable, sino de Aquel que muestra su rostro humano; de Aquel que tiende su mano cuando la necesitas; del que ha nacido del seno de la Tierra llevando a ésta al estado de dignidad que le corresponde. Sólo quien experimenta la vida es capaz de entregarse por completo a su creación con conocimiento. No soy el dios iracundo del Antiguo Testamento sino el que se ha lanzado al mar de la vida, el que vive en cada una, en cada uno, de los seres que habitan en cualquiera de los universos imaginados o por imaginar. Vivo en ti aunque no lo sepas aún. He despertado en este mundo en multitudes y lo seguiré haciendo al ritmo de vuestros corazones. Os mostraré una y otra vez que la muerte no es nada, nada más que la ignorancia de vuestra esencia. He hablado por boca de tantos y tantos hijas e hijos… de vuestro hermano Jesús de Nazaret, con él habéis podido descubrir el valor de vuestra dignidad… ¡Os he devuelto la libertad tras milenios de esclavitud! ¡No pertenecéis a nadie, no tenéis más dueño que vosotros mismos!
Ángel Hache