Para ser feliz no dependo de ti,
de tu alegría o tristeza.
Dependo de mí,
de la ausencia de temor.
Sin deseo y sin miedo no me angustio ni desespero.
Libre soy,
puesto que nada poseo.
Sin máscaras ni apegos,
en la debilidad y fortaleza,
en la alegría y tristeza.
No espero.
Siento cómo mi vida se dilata.
Contemplo mi crecimiento en silencio
y aún dentro de mí soy ajeno a mí.
Si florezco en primavera,
bien.
Si no soporto los rigores del invierno,
también.
Volveré una y otra vez
hasta que por sí sola
mi alma florezca.
Una más entre millones,
con la savia de la Tierra y la luz del Sol.
Y te contemplaré desde dentro y fuera.
Y me descubriréis en cada una de vuestras almas.
Libre,
sin miedo.
Sencillamente siendo.
Ángel Hache