Miré afligido al horizonte.
De pronto, del mar, surgió lentamente una brillante Luna llena.
La oscuridad de la noche poco a poco fue desapareciendo.
Y recordé…
Que Khai teje con hilos invisibles nuestras almas,
uniendo,
lenta pero inexorablemente,
unas con otras,
hasta que todas seamos una y multitudes,
multitudes y una.
La Luna me hizo un guiño.
Volví a mirar… sonriendo al horizonte.
Ángel Hache