Te busqué,
maestro,
durante años,
quizás siglos…
No lo recuerdo,
mas lo sé.
Seguí tus enseñanzas,
más bien lo que creía que eran “tus enseñanzas”,
aunque en realidad eran las mías.
Adapté tus palabras a mi conveniencia,
sin saberlo en un principio.
Acabé enmarañado,
sin ver ninguna salida.
Creyendo que había sido “tocado” por la “luz”,
cuando me sumí en la más absoluta oscuridad… la de mi alma.
Nada que buscar,
ni encontrar,
ni dogma,
ni enseñanza,
ni certeza,
ni camino.
Sólo yo,
en la nada.
Ahora sin ti,
sin mí.
Sin futuro ni pasado,
sólo siendo.
Ángel Hache