Nunca pedí ser comprendido, sí respetado.
Nunca quise el dolor,
mas éste mucho me enseñó.
Nunca deseé la desolación,
pero ésta me ayudó a conocerme mejor.
Siempre busqué respuestas,
en laberinto de pensamientos y sentimientos surqué.
Cierta contestación en el pasado encontré,
otras mañana llegarán.
Hoy sigo sumido en un mundo real,
buscando,
encontrando,
cayendo,
levantando.
Hoy miro a mi lado y contemplo que no existe la soledad.
Quien no veo,
me acompaña.
Quien atrás este mundo un día dejó,
me mira y sonríe;
me ama,
sabe y espera.
Confía, porque sabe que todos,
un día,
un hermoso día,
la luz del alba nos iluminará.
Ángel Hache