Nada pretendía decirte,
sólo seguir caminando a tu lado… en silencio.
Tomé tu mano, tú la mía.
Nos miramos.
A tu izquierda una mano tendida,
a mi derecha otra me pide unirse.
Somos cuatro.
Sonreímos.
En silencio seguimos caminando.
Dos manos se unen a nosotros.
Somos seis.
Nos miran extrañados, dejándonos pasar entre el gentío.
De éste, otras tantas, sin decir una palabra se unen.
Somos ocho.
La acera se nos hace pequeña,
ocupamos la calle
y a ambos lados se nos unen dos más.
Somos diez.
La ciudad se nos hace pequeña…
Ahora somos una multitud caminando.
En silencio marchamos hacia nuestro destino,
juntos, de la mano,
una vez más…, la definitiva.
Y nos acercamos a un puente, estrecho.
Algunas miradas hacia atrás, al pasado,
manos que se sueltan y desandan el camino.
Rompo el silencio:
“Tomaos de la mano una vez más.
Un poco más y ya hemos llegado al otro lado”.
Al otro lado…
Ya no somos sólo nosotros,
somos una semilla que ha partido la tierra en dos,
brota sin cesar abriendo sus hojas en busca de luz
y la luz desciende hasta ellas.
Una flor, de ella, tímidamente extiende sus pétalos, blanca, pura.
Y de su seno, como un niño que abre sus ojos por primera vez,
una perla surge…, es un parto sin dolor.
Tú y yo, ahora, somos “Nosotros”.
Un nuevo mundo acaba de nacer.
En la Realidad ya ES.
Ángel Hache