No sabría por dónde empezar, ni siquiera es importante… sólo dejar que mis dedos sigan tecleando lo que mi ser está emitiendo.
Soy mi propio instrumento: en mí se aglutina desde el “director” hasta el último “operario”. Pero no sabría distinguir a uno del otro, pues andan de un lado a otro de este cuerpo. Digo “cuerpo” por darle un nombre a algo que escapa a mi propia imaginación, pues tan pronto “siento” los pies en contacto con la tierra, como percibo cómo mi mente deja a un lado este cuerpo de carne y hueso para expandirse sin forma definida perdiéndose en alguna dimensión desconocida para este simple mortal.
Lo dicho: el director se encubre de operario y el operario de director, aunque creo, que en la esencia de mi ser, quienes conforman “el cuerpo”, esas individualidades, no son tal, sino una sola entidad que se re-crea sin fin, siendo, desde un punto de vista tridimensional, diferente una de otra.
Te veo a ti como a alguien ajeno a mí: edad, sexo, experiencias, cualidades… y, sin embargo, ¿qué hay en ti y en mí que nos atrae sin remedio?, ¿a qué fuerza responden nuestros cuerpos que nos impelen a encontrarnos?
De este modo nos encontramos, somos conducidos hacia un futuro que vamos esbozando según nos adentramos en el espacio-tiempo. Hay veces, cuando siento al ser que es uno, pasado, presente y futuro se funden en un tiempo sin tiempo. Y es en ese estado cuando todo tiene sentido, orden en medio del caos. Este rincón del universo adquiere toda su grandeza, su por qué. La realidad que vivimos, la experiencia del placer y el dolor se disuelven como el azucarillo en el agua y queda impregnado en mi ser lo sentido, vivido, como experiencia de amor. Miro, en este estado de consciencia, cómo un gozo inenarrable recorre mi cuerpo espiritual, que abarca cualquier dimensión de la que soy consciente. Veo, incluso, que el cuerpo que soy en alguna de las infinitas dimensiones a experimentar es de tal belleza que cualquier descripción de éste sería faltar a la verdad, más en cada una, cada uno, queda impregnado esta realidad como un ideal a alcanzar… Y, ¡vaya si es realizable!, sólo con desearlo con el alma, porque ES una realidad en una dimensión que se va abriendo como una flor. Lenta pero inexorablemente caminamos hacia ella porque así lo hemos imaginado, creado, donde se funde todo cuanto Es.
Cualquier obstáculo que nos encontramos en el trayecto es una oportunidad para descubrirnos, para desprendernos de un equipaje que ya no necesitamos. El Amor es cuanto necesitamos “poseer”, aunque es Él quien en verdad nos posee, lo demás se nos da según nuestra necesidad. Ésta es la dimensión hacia la que dirigimos nuestros pasos en un cuerpo de luz que estamos tejiendo día a día, momento a momento. No dejemos que los árboles nos impidan ver la belleza y plenitud del bosque. Creo en ti… Somos Uno.
Ángel Hache