Pasan noches, días
y tú no estás.
¡Soledad!
¡Qué ingrata compañía para quien no te ha llamado!
¿Y el futuro?
¿Sin ti?
No lo imagino.
Te veo,
volver
por misma la senda que marchaste,
en un instante intemporal;
radiante,
sonriente,
feliz.
Yo también sonrío.
Tu mano con la mía.
Tus pasos y los míos,
por fin,
dejan estelas en la mar.
Huellas que vienen y van,
una brisa de eternidad…
¿Somos los mismos?
Sin preguntas,
sin respuestas.
Somos… y nada más.
Ángel Hache