Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

POSESIÓN DE LA VERDAD



Cuando creo que ya tengo una base sólida, pilares bajo tierra a gran profundidad, sucede que la tierra no es estable, que tiene vida y se niega a paralizarse, a estar “muerta en vida”.
Si pretendo asir, atar, encadenar, un solo instante, vano intento; un acontecimiento, puede que aparentemente vanal, me “dirá” lo equivocado que estoy. 
La base se desmorona una vez más, no para destruirme, sino para que crezca,
que me desprenda de lo que inmoviliza mi ser.
Los dioses de barro que me mantenían en pie desaparecen, secándose y convirtiéndose en arenisca, como un mándala tibetano, que un ligero viento se llevará lejos de mí.
¿Dioses, para qué?
La verdad que me sostenía ya no está,  ahora no es nada en mi vida.
Nada poseo, ni la ignorancia, ni la verdad. ¿Para qué? 
Ahora, simplemente, soy.

A. Hache

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