Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

EL SACRIFICIO DEL SANTÓN KRISHNA



El santón Krishna llegó al poblado tras una larga caminata. Devi, la pequeña niña, continuaba muy enferma, la fiebre no descendía y temía lo peor. Las últimas lluvias provocaron inundaciones y contaminaron el pozo del  poblado, las autoridades no llegaron a tiempo de cerrarlo para evitar que varios ancianos fallecieran tras largos días de agonía por beber de éste. 

Entró Krishna al templo dedicado a Shiva, un monolito en forma de falo recordaba que se le venera como diosa de la reproducción además de destructora de la vida. Sentado frente a éste rogaba que no se llevara a la pequeña Devi de este mundo. 

Krishna en su  meditación le planteó a Shiva un pacto: la curación de Devi a cambio de su vida. 

Una visión se presentó ante el santón: tres grandes ojos ante él mirándole fijamente. De pronto, de un rayo azul surgían imágenes y contempló sus vidas pasadas en diferentes poblados de lugares desconocidos para él; sus múltiples caras; sus variados nombres resonando en su cabeza…, todo se hizo presente. La luz azul desapareció, surgiendo un halo de luz blanca, nuevas imágenes surgían ante él: surcaba el cielo dentro de una máquina como un pájaro inmenso desconocida para él; una embarazada a punto de dar a luz en ese aparato demoníaco, según pensaba; carreras de mujeres con ropas ceñidas al cuerpo, ¿cómo pueden moverse?, se preguntaba. 

El llanto de un recién nacido y los aplausos de personas le transportaron súbitamente a un edificio de piedra, una bandera azul con estrellas amarillas ondeaba en lo alto. Dentro, en una inmensa sala semicircular, un hombre hablaba ante cientos de personas, sus caras pálidas parecían que nunca habían visto el sol. Un silencio llenó el espacio y nuevas palabras surgían del orador, un hombre menudo y sonriente, de tez morena: “Esta es la última oportunidad que tenemos de salvar el planeta, nuestras rencillas provincianas nos han abocado al borde del precipicio, si no hacemos un gran sacrificio ahora nuestros nietos no verán un planeta azul, sino la desolación por donde caminen si es que consiguen sobrevivir al calentamiento global de la Tierra. Elegid: detenemos ya este salvaje consumismo o no habrá futuro. Mi pueblo y yo ya hemos tomado una decisión, abandonamos este sistema depredador que nos ha hecho desgraciados buscando la felicidad basándose en la posesión de cosas y personas y no en el compartir nuestro espíritu en aras de una tierra de todos y para todos, sin distinción de razas ni clases…” 

Krishna ante estas imágenes, reiteró a Shiva su sacrificio. Salió del templo y se dirigió a la pequeña choza donde se hallaba Devi, se acercó a ella, puso la mano en su frente y le dijo al oído: “Vivirás Devi”. 

Se sentó ante la entrada de la choza salmodiando estas palabras: “Shiva Shankara” –Aquel que destruye o disuelve las dudas–. Y cayó en un profundo sueño del que no despertó. ¿O sí? Quizás en otro tiempo y lugar…



Ángel Hache

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