Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

EL PERDÓN



¿Deseas la PAZ?
Comienza por mirar en tu baúl.
¿Encuentras algún hecho que no te deje dormir?
¿Tienes cambios bruscos de humor?
¿Te desprecias?
¿Te desahogas descargando tu ira en los demás?
¿Te sientes inferior a otros?... ¿Superior?
¿Cuando miras el espejo sólo te ves a ti?
¿Tu tiempo, a quién se lo dedicas, cómo lo repartes?
¿Vives en una nube de algodón?
¿Has maltratado a otros? Y…, ¿a ti?
¿Has herido a alguien?
¿Robado?
¿Estafado?
¿Matado?
¿Cuántos pensamientos, sentimientos y actos borrarías de tu memoria?
¿No puedes?
Quizás no te perdonan, ni te perdonas y vives en una pesadilla que te amarga la existencia.
¿No es hora ya de acabar con este infierno?
Si quieres, de pie, sentado, arrodillado, tumbado,
en la calle, en tu habitación, en el campo o en un templo,
donde y como desees
cierra los ojos y con humildad 
OFRÉCELO TODO a la VIDA (según tu creencia o ausencia de ella).
Ten paciencia (la ciencia de la paz).
Recibirás una grata sorpresa y...
descubrirás una parte de ti, que tenías escondida...     

¡BUEN VIAJE!


Ángel Hache

UN REGALO



Quizás no sepamos de dónde venimos ni a dónde vamos, 
ya parece un largo camino recorrido y aún más el que nos queda por recorrer.

Construirse a sí mismo no es nada fácil.
Unas veces la senda parece un paseo por un vergel 
y otras sólo conseguimos dar un paso tras un esfuerzo titánico 
y sin saber si ha merecido la pena tal sacrificio.
Mas cuando damos el paso, 
éste nos abre las puertas en que vemos el siguiente a dar, 
entonces la esperanza se convierte en algo real y tangible
y podemos decir que sí,
todo esfuerzo no ha sido en vano.

La vida es un regalo, más un regalo que se gana a pulso.
Cuando nos resistimos a crecer, 
queremos permanecer reteniendo aquello que nos da un sentido a la vida 
y todo lo que nos va bien.
Y deseamos dar un gran salto hacia adelante, 
o peor, 
hacia atrás 
cuando el viento no va a nuestro favor,
pero el pasado… ya no vuelve.
Sólo nos queda un camino: crecer. 

Nos sentimos empujados por los acontecimientos, 
o eso es lo que creemos, 
cuando en realidad somos nosotros quienes los creamos, 
unas veces por nuestra dejadez y otras por nuestro ímpetu.
Siempre ante nosotros se abren diferentes posibilidades
y la última palabra es la nuestra,
también nuestra responsabilidad.

Nadie decide por ti si no quieres.


Ángel Hache

COMPAÑERA, COMPAÑERO PEREGRINO


Compañera, compañero, que un día dejaste el hogar materno. Saliste al mundo sólo con tu mochila.

Con grandes ilusiones y el bolsillo vacío, continuaste tu peregrinaje.
Comenzaron vivencias con la realidad.

Rostros tristes en la mañana camino del trabajo; alegres chavales saltando y gritando, observados de reojo por lindas mocitas con uniforme de colegio.
La abuela paseando al nieto charlando con la vecina de turno, repasando la vida de los nuevos vecinos venidos de otras tierras.

CREO EN TI



No sabría por dónde empezar, ni siquiera es importante… sólo dejar que mis dedos sigan tecleando lo que mi ser está emitiendo.

 Soy mi propio instrumento: en mí se aglutina desde el “director” hasta el último “operario”. Pero no sabría distinguir a uno del otro, pues andan de un lado a otro de este cuerpo. Digo “cuerpo” por darle un nombre a algo que escapa a mi propia imaginación, pues tan pronto “siento” los pies en contacto con la tierra, como percibo cómo mi mente deja a un lado este cuerpo de carne y hueso para expandirse sin forma definida perdiéndose en alguna dimensión desconocida para este simple mortal. 

LA VENTANA



Confundido,
sumido entre el abatimiento y la incomprensión.
¿Por qué?
No tengo respuesta.
Llegaste a mi vida como el viento que se cuela por la ventana, 
casi sin querer…
Como, sin querer, te fuiste.
No dijiste adiós, desapareciste, sin más.
Te olvidaste abandonar mi corazón, donde sigues.
Pasarán días, meses, años… 
y tu recuerdo seguirá acariciando mi vida,
como el primer día, como cada día.
Dejo la ventana abierta, 
por si acaso vuelves… alma mía.

Ángel Hache

HAY QUE MORIR PARA RENACER



Hace ya nueve años de un sueño que ha supuesto un antes y un después en mi vida. No imaginaba que se cumpliría, ni sus consecuencias. Sé que una señal conduce a otra, mas entre ambas hay vivencias, experiencias que hacen que uno pueda crecer y subir un peldaño en la escalera del Amor. Hay que descender, o ascender, a este mundo de tres dimensiones, tocarlo, sentirlo, sufrirlo; hundirse en el fango y acabar amándolo. Sé que a veces no es nada fácil, pues hacerse humano es una elección libre que acarrea consecuencias, heridas en el alma que tardan en cicatrizar y también curaciones milagrosas que purifican. El mayor milagro es saberse eterno, nada ni nadie  podrá destruirlo. Este plano de la Vida es un sueño, una  ilusión, de la que acabamos despertando un día. La muerte no es más que un principio, el alba de un nuevo día en el que sabemos por experiencia y consciencia quienes somos en realidad…

HOY PISABA LA ARENA


Hoy pisaba la arena al borde del mar. Mis huellas duraban un instante. 
Una ola tras otra acababa borrando cualquier intento de permanencia de mi paso por la playa. 
Me dije: “Mañana volveré y no miraré mis huellas sino a quien camina conmigo”.

Ángel Hache

SEMILLAS


Hace algún tiempo de tu visita. ¡Cuántas preguntas desde aquel inolvidable día! No lo tengo marcado en el calendario, sí en mi memoria intemporal. Pensaba que era el fruto de imaginaciones febriles, pero no, era demasiado para ser casual…

Todo comenzó años atrás, cuando en plena adolescencia mi alma descubrió un sentimiento hasta entonces dormido…, la primera señal que sólo comprendí mucho tiempo después.

LA MONTAÑA



Cuanto más ascendía por la montaña, más tenía la sensación de ir hacia el interior, pero de qué. Miraba el imponente paisaje, montañas cuyas cumbres lucían nevadas, impolutas. ¿Quién podría sobrevivir en estas tierras?

Hacía largo tiempo que había iniciado este viaje, pero nada sale como uno desea, quizás algo en mí me guiaba, y yo, ya sin objetar nada, me dejaba llevar.

EL ALBA DE UN NUEVO DÍA



Se marchó como lo hace el sol cada atardecer.
La oscuridad, en este momento, ciega mis ojos. 
Nada escrito distingo, sólo recuerdos.
Sus palabras, ahora, se hacen presentes.
Puedo escucharle como si estuviera a mi lado.
Sentirle como si nunca se hubiera ido.
Verle como sólo el alma sabe.

Tú me dices: 
«Pon en la misma balanza los elogios y calumnias. 
Ve más allá de la superficie y bucea en la profundidad de sus almas. 
Habla al corazón desde tu corazón, 
deja que la semilla que ahí habita madure a su tiempo con el calor avivado con amor. 
No todas las flores nacen en primavera… ni todos los inviernos son gélidos.
Hay un tiempo en que todas las estaciones se funden en una.
Trasciende el instante en que luces y sombras se enfrentan.
Ve más allá de las almas moribundas, 
del aparente caos,
de tu alma,
de tu propia muerte. 
Siente la vida que late donde los demás no la perciben.
La oscuridad contiene la luz, 
es la cavidad donde se gesta el futuro, 
el que tu sueñas, el que yo vivo.»

Como te marchaste has vuelto, 
como el alba de un nuevo día.


Ángel Hache

SILENCIO ROTO



Nada pretendía decirte, 
sólo seguir caminando a tu lado… en silencio.
Tomé tu mano, tú la mía.
Nos miramos.
A tu izquierda una mano tendida, 
a mi derecha otra me pide unirse.
Somos cuatro.

Sonreímos.
En silencio seguimos caminando.
Dos manos se unen a nosotros.
Somos seis.

Nos miran extrañados, dejándonos pasar entre el gentío.
De éste, otras tantas, sin decir una palabra se unen.
Somos ocho.

La acera se nos hace pequeña,
ocupamos la calle
y a ambos lados se nos unen dos más.
Somos diez.

La ciudad se nos hace pequeña…
Ahora somos una multitud caminando.
En silencio marchamos hacia nuestro destino,
juntos, de la mano, 
una vez más…, la definitiva.

Y nos acercamos a un puente, estrecho.
Algunas miradas hacia atrás, al pasado, 
manos que se sueltan y desandan el camino.

Rompo el silencio: 
“Tomaos de la mano una vez más.
Un poco más y ya hemos llegado al otro lado”.

Al otro lado…
Ya no somos sólo nosotros, 
somos una semilla que ha partido la tierra en dos, 
brota sin cesar abriendo sus hojas en busca de luz
y la luz desciende hasta ellas.
Una flor, de ella, tímidamente extiende sus pétalos, blanca, pura.
Y de su seno, como un niño que abre sus ojos por primera vez, 
una perla surge…, es un parto sin dolor.
Tú y yo, ahora, somos “Nosotros”. 
Un nuevo mundo acaba de nacer.
En la Realidad ya ES.


Ángel Hache

COMO EL JUNCO



No seas duro contigo, ni demasiado blando. 
Sé como el junco,
que aun mecido por el viento 
sabe encontrar la flexibilidad justa
para seguir en pie.


Ángel Hache

COMO LAS ESTRELLAS



Pasan los días, los años. Recuerdo lo vivido y lo que no pude o no quise vivir.
¿Volver atrás? ¿Añorar el pasado? 

Quisiera volver a sentir el calor de quienes conocí y dejaron huella en mi vida.

¿Qué ha sido de los que me quisieron y los que me rechazaron? 

¿Habrán alcanzado el objetivo de su vida?

¿Serán felices?

EL FICUS Y EL ERMITAÑO



El viejo ermitaño salió de su cobijo, una pequeña oquedad en la montaña, como casi todos los días. Se sentó sobre una piedra ya habituada a él, muchos años de mutua compañía, contemplando un árbol, un ficus gigantesco. Silencio, sólo el viento agitaba silbando el árbol. El ermitaño le preguntó sin decir palabra: ¿Tu vida es útil a alguien? No esperaba, lógicamente ninguna respuesta…

ES HORA



Cuando la Vida me llamó y me dijo,
“Ya es hora de tu regreso”,
sentí que un fuego abrasador recorría todo mi cuerpo.
Siempre esperé este momento y sin embargo le temía.

Un salto al vacío, a la nada.
La pérdida de todo lo que soy.
Los recuerdos ya no aparecen.
Las imágenes no me dicen nada y se alejan.
Sólo siento el silencio,
la angustia del instante en que no hay nada,
peor que la más triste soledad.
Parece hacerse eterno el momento, 
ni siquiera la oscuridad existe.
Simplemente… nada.

¿Qué espero?
Mi mente se agotó.
Nada espero,
ni aún siquiera desespero.
Me siento
y en mi silencio cierro mis ojos
y sólo escucho mi corazón,
mi única compañía.
¿Un instante?
¿Una eternidad?
No sé,
todo se borró, 
desapareció.
Mi cuerpo ya no es mi cuerpo,
mi alma ya no es mi alma.

Soy,
sin cuerpo,
sin alma.
El Todo y la Nada.
Soy en el no ser.
Existo sin existir.
Vivo en la muerte y la muerte me da la vida.
Permanezco en la impermanencia.
Soy el Todo.
Soy la Nada.
Soy.




Ángel Hache

NUESTRO SER




Nuestro Ser, quiero decir el que somos en realidad, vive en multitud de dimensiones, en cada una con un objetivo concreto. Cada uno tenemos una personalidad, que es la suma de millones de células, organizadas en órganos necesarios para la vida. ¿Cada una de ellas es ajena al resto? Nuestra personalidad reside en cada una de ellas, pero si una célula muere, ¿muere la personalidad, o ésta sobrevive creando nuevas células? Del mismo modo a un nivel más global, incluyente, nuestra alma tiene multitud de experiencias vitales, encarnaciones, cada una cumple una función necesaria para la vida del alma. A un nivel aún más incluyente, el espíritu engloba a diferentes almas, éstas cumplen una función, igualmente vital, para el espíritu que las ha creado. Y dicho espíritu no es más que una "célula" de un cuerpo mayor cumpliendo una función vital. Toda célula en la dimensión en que se mueve, no está aislada sino que está conectada al Ser. La diferencia reside en ser consciente o no de esta conexión y en colaborar o no conscientemente en la expansión infinita y experimentación de la Vida de Ser, que solemos llamar Dios. Cuando salimos del aislamiento (egoísmo) somos receptivos a otras dimensiones, es lo que han venido demostrando muchas "células" a través de la historia humana -amad, dicen esas voces-. Y la Vida se expande tanto hacia "arriba" como hacia "abajo"; en el interior de tu cuerpo como en el interior de la Tierra, que también es un cuerpo, del que somos cada uno una célula. Hay vida en Todo, pues Todo es vida. Si expandimos nuestra conciencia las barreras desaparecen y lo oculto se muestra, pero no más de lo que podamos "soportar", no sea que tanta luz nos fulmine.

Ángel Hache

UN RADIANTE SOL



El Sol me ilumina, 
le doy la espalda y creo una sombra. 
La observo. 
En mi pecho brilla ahora un radiante sol que la disuelve en su luz.

Ángel Hache

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