Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

TU CORAZÓN



Tu tic-tac,
de golpe,
sin avisar,
sin un adiós,
se alejó.
Silencio.
Tu voz callada.
Se paró el reloj.

Tu maquinaría, 
envejecida.
Tus manecillas,
pequeñas,
entrañables,
delicadas.
Marcabas los minutos,
 las horas,
de mis noches 
y mis días.
¡Cuántos años juntos!

Decían que eras frío, 
sin alma ni alegría.
¡Qué poco te conocían!
Te quedas,
ahora y aquí,
vivo en mí.

Mi corazón,
tu corazón,
late…
Tic-tac,
tic-tac,
tic-tac…
Y no es de metal.

Ángel Hache

HEBRAS DE VIDA




Me voy caminando lejos,
tan lejos como mi alma quiera 
y mi cuerpo aguante.
Me voy sin querer mirar atrás,
pa’que el dolor no me estalle.

Allá lejos quedan, 
días, meses, años.
Vividos, amados, odiados,
recordados, olvidados…

Jugando a las canicas,
corriendo, brincando.
Ajeno a todo,
mi infancia pasó
feliz…
sin conocer lo que después supe.
Lo que me selló.

Un día te vi
y como un rayo que atraviesa mi alma te sentí.
Una hebra tejió tu cuerpo y el mío,
tu alma y la mía.
Hilo invisible. 
Hebras de vida. 
Anteayer la muerte moraba en mí.
Ayer, hebras de vida…
junto a ti.

Hoy,
me voy caminando lejos,
tan lejos como mi alma quiera 
y mi cuerpo aguante.
Me voy sin querer mirar atrás,
pa’que el dolor no me estalle.

Hebras de vida. 
¿Recuerdas?
Junto a ti.


Ángel Hache

CAMINOS



Sentado en el parque. 
Sopla el viento de la tarde presagiando una noche fría. 
Sin ganas consigo levantarme dando los primeros pasos hacia el hogar.
Los viejos recuerdos se agolpan una vez más.
Los alejo, disipándose entre las hojas secas caídas en este otoño del alma. 
Mis pisadas acaban borrando sus efímeras huellas.
Ya nada son.
Ahora, sólo tengo por delante un futuro incierto.
Un tiempo por vivir en uno de tantos caminos a elegir de vuelta a casa.
Nada temo. 
Siento que es ahora cuando ya nada espero sino vivir en plenitud. 
Sin equipaje, sin pasado ni porvenir, solamente siendo.


Ángel Hache

Y NADA MÁS




Pasan noches, días
 y tú no estás.
 ¡Soledad! 
 ¡Qué ingrata compañía para quien no te ha llamado!
 ¿Y el futuro? 
 ¿Sin ti?
 No lo imagino.

Te veo,
 volver
 por misma la senda que marchaste,
 en un instante intemporal;
 radiante,
 sonriente,
 feliz.

Yo también sonrío.
 Tu mano con la mía.
 Tus pasos y los míos,
 por fin,
 dejan estelas en la mar.
 Huellas que vienen y van,
 una brisa de eternidad…
¿Somos los mismos?
 Sin preguntas,
 sin respuestas.
 Somos… y nada más.


Ángel Hache

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