Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

AGUA SOY




¿Quién maneja el timón en el océano de mi vida?
Agua soy en gran medida, 
me desenvuelvo en sus profundidades aún antes de nacer.
Un sinnúmero de partículas fluyendo sin parar,
día a día, año tras año…
Soy el capitán de un barco que aún no sabe su destino.
Navego en noches sin luna, 
inmerso en tempestades
sin más guía que mi alma,
con la esperanza de ver, 
más allá del horizonte,
un destello de luz,
que me lleve al encuentro con el puerto soñado.
Agua soy… 
¿Y qué más?

Ángel Hache


EN LA TIERRA



Como las estaciones del año, 
como los tiempos de mi vida, todo cambia. 
Cuando pienso que todo es estable
una hoja cayendo del árbol me recuerda que estoy de paso.
Mis recuerdos, 
mis amigos, 
quienes quise, quiero y querré, estamos de paso.

Una flor acaba de abrirse revelando su desnudez y la joya que contiene.
Efímero su momento, 
como el mío… 
En la tierra caerá, caeré,
de sus entrañas resurgiré...

Ángel Hache


DIEZ Y SIETE



Te alcanzo,
cual neblina ante mí.
Entro en ti,
todo lo abarcas.
No veo,
más en ti siento vivo cada poro de mi piel.
Llenas con tu contenido mi ser,
antes y después,
siempre existiendo.
Me expando por infinitos mundos de luz,
en una espiral sin principio ni fin.
Me siento aquí y allá,
ante ti,
cuál ave libre de volar donde quiera.
Nada se esconde a tu pensamiento,
eres todo,
soy todo contigo.

Uno, dos, tres… “diez y siete”.
Donde me sitúas anhelo llevarte.
Déjame ser… siempre,
aprender,
dudar,
sentir…, 
amar tus infinitos universos.
Habitarlos.
 Destruirlos.
Recrearlos.
Disfrutar el instante infinito 
envuelto en tu bruma de amor eterno.

Llegar al Siete, 
regalo de tu amor y mi esfuerzo,
hermosa corona de tu luz.
Después, 
donde el Viento me lleve, 
alcanzar la savia del Diez,
 el Todo y la Nada.
Y unirlos en melodiosa aventura en el ocho, 
puerta al Infinito.
Déjame sentir el “diez y siete”.


Ángel Hache


UN DÍA CUALQUIERA



Te levantas un día cualquiera. Todo parece rutinario, organizado, sin sobresaltos y… sin embargo, un instante, un segundo, ¡todo ha cambiado! Ya no habrá más rutina, todo lo que estaba construido se ha desmoronado como un castillo de naipes, quedan las cartas… caídas, que hay que recomponer una a una, pero ya nada será igual. La Vida te acaba de mostrar, puede que de una forma brusca, que lo pasado es eso, pasado. A partir de ahora hay que empezar de cero, aunque con la memoria de una “vida pasada” en esta misma existencia.

LA JOYA EN EL LOTO



Oculto en el mismo centro o corazón del loto hay un punto brillante de fuego eléctrico de un tono blanco azulado (la joya en el loto), circundado y completamente oculto por tres pétalos herméticamente cerrados. Alrededor de este núcleo central o llama interna, están dispuestos los nueve pétalos en círculos de tres pétalos cada uno, formando en total tres círculos. Dichos pétalos, igual que los tres centrales, están formados por la sustancia de los ángeles solares -sustancia que no sólo es sensoria como la que compone las formas de los tres mundos y los cuerpos lunares, sino que tiene una cualidad adicional de “yoísmo” o autoconciencia, que permite al ente espiritual, situado en el centro, adquirir por su intermedio, conocimiento, percepción y autorrealización.

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