Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

LAS OLAS


Cuando las olas impulsadas por el viento
se acercan a tu vida 
e intentan tragarte,
de nada te sirve salir corriendo.
Si ya las ves en la lejanía,
ya es tarde,
te alcanzarán igual.

¿O no?

Tan solo un milagro es capaz de detener las olas.
No dejes que lo que aparenta que va a ocurrir,
te paralice y se instale en tu mente,
si lo haces ya te han alcanzado las olas.

Da una oportunidad a que el milagro se produzca.
La Vida es un milagro permanente,
deja que se instale en ti 
y convierta el oleaje en una balsa
de agua que acaricie tus pies.

Escribe tu futuro, 
no dejes que nadie te inmovilice.
El milagro se produce 
y lo imposible es una realidad.


Ángel Hache

EN UNO DE TANTOS PRINCIPIOS



En la sala del Consejo de Ancianos se estaba tomando una decisión crucial. ¿Era el momento adecuado para tomar contacto y establecerse en el planeta, que en gestación, alumbraría por fin seres capaces de acoger almas provenientes de otros mundos?

No todos estaban de acuerdo, el riesgo del fracaso era grande y el tiempo para que los autóctonos alcanzaran cierto autoconocimiento de sí mismos demasiado largo. ¿Esperar o emprender el “descenso”? Implicarse podría ser considerado como una agresión si no era bien comprendida la labor que se iba a encomendar a quienes aceptaran el reto.

HACIA MÍ MISMO



Decisiones cruciales en la vida no todos los días se toman,
menos mal, 
demasiadas tensiones, 
pero cuando llega el momento
no hay que darles la espalda y mirar a otro lado.

Todo el camino recorrido hasta aquí,
mirarlo da vértigo.
Cuánto esfuerzo ha supuesto ascender sólo unos metros 
desde aquel día en que partimos,
ese día en que nuestros padres tomaron otra decisión crucial:
¡que naciéramos¡

A partir de ahí,
 unas veces acompañados y otras en soledad frente al mundo
tomamos decisiones, 
cada vez más conscientemente de las consecuencias y 
responsabilidades que contraerían.

Las circunstancias empujan en la mayor parte de las veces a decidir.
Nos sentimos arrastrados por una corriente,
 mas no tenemos el control,
¿o sí ?

¿Quién controla mi vida?
Soy yo
quien tiene la última palabra.
Las circunstancias condicionan pero no determinan.

Acertada o desacertadamente he ido ascendiendo,
unas veces por caminos ya trillados por otros. 
Y otras, 
como las cabras, 
saltando de piedra en piedra,
 arriesgándolo todo.
La cima es aún lejana,
pero real en mi horizonte.

No temo, 
está ya grabado en mi mente con letras de fuego:
“La vida no es temor sino Amor”.
Mas este Amor lleva a veces a tomar decisiones cruciales
 con consecuencias no deseadas y
aún menos comprendidas.
Miro atrás y veo que quien me ha ayudado a llegar hasta aquí 
ha sido este Amor.
Él me guía y me lleva de la mano.
Confío en Él,
porque aprendí a confiar en mí.

Solamente tengo mis manos y la fuerza de mi corazón.
La vida es descubrir quiénes somos en realidad.
El dolor, 
el sufrimiento, 
no son más que una mera ilusión.
 Sí, parece eterna a veces,
 mas igual que llega se va,
la estela que deja se diluye en la nada.

Ahora me siento sobre una piedra, 
a respirar y contemplar el camino andado
 y el que me queda por recorrer.
Un instante más y me levanto,
tomo mi bastón de peregrino y sigo ascendiendo…
hacia el infinito, 
hacia mí mismo.


Ángel Hache


COMO TRATAS A OTROS


EL ÁGUILA


En la aldea estaban inquietos contemplando la puesta del Sol, era la última según les habían contado. Un aldeano, triste, se alejó  tomando el camino al monte. Cuando llegó a su cima, rompió a llorar. No comprendía qué estaba pasando. ¿Era verdad que la vida acabaría, que en la nada se disolvería la existencia de todos?  
La oscuridad de la noche le alcanzó. Un águila revoloteaba sobre el aldeano. Acabó posándose junto a él.  ¡Acompáñame! –le conminó–.  Él, extrañado, se acercó al águila. ¡Sube sobre mi lomo!, casi le exigió éste.  Al poco se encontraron volando rumbo al Este. Un viento cada vez más intenso soplaba tras ellos, tanto que se encontraron en las antípodas de su mundo en pocos minutos. Llegaron a una playa en una isla perdida. 
¡Observa el mar! –dijo el águila.
El aldeano así lo hizo sin saber porqué. En segundos, sobre la inmensidad del mar, en medio de la oscuridad,  una pequeña luz asomaba por el horizonte. Poco a poco se fue haciendo más grande. El aldeano sorprendido contemplaba un Sol como el que él conocía. Sin palabras, el águila, le requirió que subiera nuevamente sobre él.
Emprendieron el viaje de vuelta a la aldea. Otra vez el viento sopló con fuerza. En segundos se encontraron a la entrada de ésta. Otra vez la noche. Se despidieron con un ¡hasta pronto!

El aldeano alborozado corrió a comunicar a sus congéneres que pronto saldría el Sol, pues  lo había visto. ¡No había muerto! Les contó su encuentro con el águila, pocos le creyeron. A él no le importó, lo había vivido y nada necesitaba demostrar, sólo dejar que el tiempo pasara. Sabía que la esperanza de un nuevo amanecer, la certeza de un nuevo día no eran una quimera, sino una realidad porque él lo contempló.

Ángel Hache

DESDE NIÑOS


Desde niños nos están programando para que aceptemos un mundo donde cada uno tenemos un papel secundario, donde todo ya está realizado y lo único que nos queda es ocupar el lugar destinado a cada uno en la cadena de producción del producto que nos atará de por vida. Desde niños vemos en televisión dibujos animados, creados especialmente para nosotros, donde la violencia es normal, donde la guerra es consecuencia lógica y la competición el mejor modo de autoafirmarnos como seres realizados. 

Nunca me gustó el sistema educativo imperante. Nunca quise aprender de memoria la lista de los reyes godos.  Quise crear con mis manos pero  me lo impedían diciendo: “No te salgas de la fila”, “la vida es así y hay que aceptarla tal y como viene”. Me negué y conseguí salir de la fila, no sin grandes sacrificios, mi ego estaba muy bien programado ante una tentativa de fuga. No sabía muy bien hacia dónde ir, pero si sabía que no debía volver atrás. Supe que había muchas y muchos que estaban en la misma tesitura y nos dimos cuenta, no sin errar en más de una ocasión, que debíamos abrir un camino donde nunca nadie antes había transitado.  Y al andar nos dimos cuenta que había huellas que surgían de la nada, aparentemente, eran de quienes antes que nosotros “se salieron de la fila”. Supimos que la soledad era otro de los “virus” que nos habían inoculado. Hoy somos conscientes que formamos parte de una familia en la que todos somos HERMANAS Y HERMANOS. En la que tú eres también protagonista.

Ángel Hache

EL VIENTO HABLÓ



Tanto tiempo sintiendo tu ausencia. Me sentaba, meditabundo, mi mirada perdida en el horizonte, esperando…
Pasaba los días, los años, y tú no aparecías.
Cada día, sentado en la misma piedra, seguí, confiando que tu silueta se acercaría a la mía.
¡Me faltas tú! ¡Lo gritaba al viento!
Y el viento habló…

Fue en el callejón del Gato, una tarde de otoño en la vieja villa, donde te vi… Los dos entramos en él al mismo tiempo, ambos desde el lado opuesto, como sus espejos, como fue nuestra vida hasta ese instante. Tu vestido azabache mecido por el viento atrajo mi atención, mas fueron tus ojos verdes y tu sonrisa al cruzarnos la que te delató… ¡Eras tú, siempre tú!
Me miraste como sólo el amor sabe hacer. 
Mi alma me lo decía… Te reconocí y el fuego de tu cabello lo confirmó. Tu alma te lo dijo también.

Al alba de un nuevo día ya nada era igual que ayer. 
Nuestras manos se enlazaron para nunca más soltarse.

La piedra de mis confidencias, hoy, permanece vacía…


Ángel Hache

PRESENCIA SOLAR



Hay veces en la vida que me he sentido huérfano, no reconocía a mis padres como tales, lo digo con toda la sinceridad del mundo. Me sentía tan lejos de cuanto me rodeaba: conversaciones, expectativas de futuro, intereses cotidianos… que me reafirmaba en mi pensamiento. 

Con los años he comprendido que estaba en lo cierto y a la vez equivocado. 

LA BÚSQUEDA DE KAMALINI



  Caminaba Kamalini por las intrincadas callejuelas de la gran urbe, a la que entraba por primera vez. Le hablaron de un yogui que había trascendido su alma del mundo de maya, quería ver y escuchar de primera mano el mensaje de un buda viviente. Al contrario de lo que pensaba, y a pesar de su insistencia, nadie sabía darle indicaciones de dónde se encontraba tan singular personaje, como mucho le referían sobre diferentes templos con imágenes budistas, pero nada sobre un Buda viviente. Hasta llegó a pensar si todo habría sido el fruto de un sueño.

EL SACRIFICIO DEL SANTÓN KRISHNA



El santón Krishna llegó al poblado tras una larga caminata. Devi, la pequeña niña, continuaba muy enferma, la fiebre no descendía y temía lo peor. Las últimas lluvias provocaron inundaciones y contaminaron el pozo del  poblado, las autoridades no llegaron a tiempo de cerrarlo para evitar que varios ancianos fallecieran tras largos días de agonía por beber de éste. 

LA JAULA DE ORO


Gloria pidió ayuda a un anciano amigo: 

«Te hablo desde la desolación. ¿Qué pasa con el enorme dolor de un joven cada día más enfermo? 
»¡Dios! La soberbia me asalta. ¡Se me cruza la vida y la veo como una sombra, un sinsentido!
»Mi cuerpo y mi mente están cansados y no sé ayudar a  consolar. Hoy, las lágrimas brotan sangre.
»Te asalto, anciano. Entro en tu casa desesperada, con miedo, con dudas, con....
»Perdona, no te pertenece mi dolor, pero... me siento incapaz de  ayudar al ser que un día nació de mis entrañas y su pena me parte el alma.»


EL ANCIANO



Hoy vi al anciano. Me miró y siguió su camino.
Muchas preguntas ruedan en mi cabeza: hacía bastante tiempo que no sabía de él, incluso llegué a pensar que no le volvería a ver más. Pero  me equivoqué una vez más. Aquí estaba, en este mundo, como siempre se ha mostrado: un libro abierto y a la vez enigmático. Es fácil abrirlo, mas difícil que descubra sus tesoros a cualquiera.

CLARA Y FRANCISCO… EN EL CORAZÓN



Se conocían Clara y Francisco desde niños. No se relacionaban directamente aunque sus corazones latían fuertemente al cruzarse por las calles de Asís, pero aún no era el momento. Pasaron muchos años, tiempo de madurar y encontrar un lugar, un sentido y un por qué en el mundo que les tocó vivir. Francisco quería convertirse en un caballero, un noble… pero la nobleza no se gana con sangre. Vivió la sinrazón de la guerra y sus consecuencias. Y cuando ya se encontraba hundido, cuando todo estaba acabado para él, encerrado en una prisión, pidió al cielo un poco de luz. La luz llegó a él en forma de librillo. Un librillo prohibido escrito en su lengua: el evangelio. Se lo “bebió” y dejó que su ser se impregnara de su esencia. Comprendió la futilidad de su vida hasta ese instante. 

LA ROSA


Si una puerta se cierra, 
otra se abre. 
Si te rechazan, 
sigue caminando... 
hasta que te conviertas en el mismo camino.
Con tu entrega al amor incondicional haces posible lo imposible.
Verás más allá de las apariencias. 
Llegarás hasta el espíritu oculto en cada ser 
que tímidamente intenta dejarse ver. 
El fin desde el principio es ya una realidad.
La rosa se muestra en todo su esplendor.

Una puerta se abre…



Ángel Hache

CAMINO


Un alto, una pausa, un descanso.
Sentado sobre una roca, mirando qué… nada.
Cuerpo agotado, pensamientos dispersos.
Respiración, palpitación, agitación y… nuevamente calma.
Tomo mi báculo, respiro profundamente y prosigo. 
Aún hay mucho camino por recorrer, 
aunque, 
qué importa aquello que he de encontrar un paso adelante.

Camino, es todo cuanto sé, cuanto necesito saber.


Ángel Hache

CAMINANTES


Un caminante mira a su alrededor... Unas lágrimas caen. 
No sabe qué pasa, pero un corazón necesita una mano.
-No te conozco pero toma mi mano y caminemos juntos. 
Me mira, sonríe y acepta mi mano. 
Los dos seguimos caminando, ya no estamos solos y sonreímos.


Silencio, sobran las palabras.
Vemos a otros caminantes, nos sonríen. 
Somos multitud.


Ángel Hache

EN EL TELAR



Tejemos con diferentes hilos. 
Con todos ellos, 
entrecruzados de un modo 
que solamente nosotros sabemos, 
formamos un precioso y único tejido... 
Es lo que hacemos entre todas y todos.


Ángel Hache

ÉL


Eran días de incertidumbre, desasosiego, temor… ¿Qué nos deparaba el destino ahora que Él no se encontraba con nosotros? Revivíamos una y otra vez los años que estuvimos juntos. Tantos momentos que no supimos comprender, perdidos es nuestras discusiones e ilusiones mundanas; pero era así como debía ser, nuestras almas estaban en la forja. Golpe a golpe, en el calor del fuego, íbamos adoptando una forma determinada; y no era Él quien los daba, éramos nosotros mismos, llenos de orgullo y vanidad, quienes sin saberlo gestábamos un nuevo ser en nosotros. ¡Nos quemábamos tanto! Y sólo así fue posible llegar al intenso fuego que acabó con nuestras expectativas banales. El mesías que esperábamos se fue, diluido en las enseñanzas de nuestros mayores que ya no nos confortaban.

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