Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

SINFONÍA



Otros nombres, otros rostros. Muchas tierras pisaron nuestros pies. Alentados por un deseo innato grabado a fuego, acordamos un nuevo encuentro y aunque nuestras personalidades sean hoy completamente diferentes y aun bañadas por la amnesia, un hilo conductor haría posible lo que nuestras almas anhelan. Nos planteamos nuevos retos, sabríamos que viejos conflictos podrían aparecer, más también conocíamos la fuerza
que nos habita y los acabarían disolviendo. Somos capaces de comprender la singularidad de nuestro proyecto: un instrumento diferente a otros tocando en una sinfonía, una sinfonía inacabada que espera nuestra aportación creativa. Puede que con sonidos estridentes mientras ensayamos, descompasados… Posiblemente tardemos tiempo en alcanzar un sonido mínimamente aceptable, pero, ante todo, es y será el nuestro, nacido de nuestras entrañas.

En cada una, en cada uno, está la melodía inscrita, tiene el ritmo que nuestros corazones quieren imprimirlo. Dejemos que siga fluyendo y nuestras personalidades dancen al compás, cada una diferente, mas imprescindible. Aunque tenemos todo el tiempo del mundo, es ahora cuando “los astros se han confabulado para que así sea”, porque nosotr@s lo hemos decidido así.

Ofrezcamos la singularidad de nuestra alma, dejemos que nuestra personalidad esté en sintonía con ella. Trabajemos en la cotidianeidad, donde nuestros pies tocan tierra, pues el instrumento que tocamos no sabe de barreras de tiempo ni espacio. Paso a paso, sabiendo que no estamos sol@s. El Sol que tú ves es el mismo que veo yo.

Yo escucho el sonido de tu alma, ¿escuchas tú el mío?

Una sinfonía está sonando. Unas palabras la acompañan: “Escucha la canción de la alegría…”


Ángel Hache

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