Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

UNA HOGAZA



Tiempos convulsos los de ayer.
Hora de comer.
Mi plato vacío, el tuyo también.

Al viento grité mi rabia.
Un muro de hombres grises a sueldo de una mafia,
impide que tú y yo al otro lado vayamos.
Cuentan que manjares venidos de otros lares,
colman despensas y falacias.

¡Ay, pobre desgraciado!
Tu ventura de siervo es.
“Doctores” lo dicen y repiten hasta el hartazgo.
¡Duerme en lechos de fango!
¡Trabaja noche y día!
Cuando fatigado caigas, otras manos harán tu faena.
Reproducíos como conejos.
Como ellos, acabaréis de un golpe certero en el cogote…
Que al otro lado os espera la parca con grilletes y guadaña.
¡Malnacido!
¡Paria!
¡Sin valía!
¡Nunca serás nada!

Tantos años escuché su soflama que incluso creído fue en mi alma.
Perdida toda esperanza y vacía mi panza.
Lloré afligido por vez postrera.

Otras voces, distintas palabras, obraron el portento:
“¡Levántate y anda!” 

Tiempo anhelante el presente.
Ya de nada vale tu fútil proclama. 
No tienes poder, muros, ni doctos.
No te creo, a nadie engañas.
Tu mundo se derrumba más cada día,
el nuestro se arma de ladrillos y esperanza.
Construimos una realidad donde no tienen cabida el oro ni la plata. 

Fraternidad, nobleza y dignidad.
Valores amasados en la oscuridad, hoy lucen al alba.
Una hogaza destaca en tu mesa, en la mía…, en la nuestra.

“Tomad y comed… un pedazo de pan sin leyes ni comedia”.


Ángel Hache

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