Las palabras se las lleva el viento, su esencia permanece hasta que te liberas y ya nada te ata

COMPAÑERA, COMPAÑERO PEREGRINO


Compañera, compañero, que un día dejaste el hogar materno. Saliste al mundo sólo con tu mochila.

Con grandes ilusiones y el bolsillo vacío, continuaste tu peregrinaje.
Comenzaron vivencias con la realidad.

Rostros tristes en la mañana camino del trabajo; alegres chavales saltando y gritando, observados de reojo por lindas mocitas con uniforme de colegio.
La abuela paseando al nieto charlando con la vecina de turno, repasando la vida de los nuevos vecinos venidos de otras tierras.

Parados cuarentones echando la partida de dominó, arreglando el mundo que en su juventud no les permitieron.

El quiosquero discutiendo alegremente por las subidas de impuestos con el tendero de la esquina, nunca parecen estar de acuerdo.

Una pandilla de chicos en el parque jugando a baloncesto, ajenos por completo al guardia que pone la multa al coche mal aparcado.

El profesor de universidad preocupado por la temporalidad de su trabajo,
“qué tiempos en que todo parecía eterno”, se decía en voz baja.

La joven sonriente ante la puerta de su trabajo con su primer sueldo, soñando con gastarlo alegremente.

La enfermera pensando en el niño que ingresó con leucemia, cavilando e intentando comprender donde está la justificación a tamaña barbarie en un ser tan inocente.
Enamorados ante el escaparate, ilusionados con los preparativos de la boda.

Y el Sol en el cenit, iluminando a todos por igual, sin distinguir a sabios de necios; altos de bajos; creyentes de ateos; ricos de pobres; agraciados de infelices… A nadie le niega su calor.

Todo ocurre según los cánones no escritos en ningún tratado sobre la vida.

Compañera, compañero peregrino, saliste un día con tu mochila, aún sigues cargado de ilusiones.

Los aventurados momentos que has vivido no han hecho suficiente mella en ti como para que tires la toalla, al contrario, te fortalecieron y sigues construyendo el sueño de tu vida con distintas gentes. Pisando otras tierras, impregnadas en tu ser, recordando viejos caminos olvidados por la vorágine de la vida actual.

Siempre insatisfecho contigo mismo.

Alerta a las señales del camino, tropezando una y otra vez. Levantándote una vez más, siempre con la mirada puesta en la Visión.

Compañera, compañero peregrino, sigue tu camino, yo te acompaño.



Ángel Hache

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